“No
conocía el camino del puerto, pero creía no hallarme lejos de él; pregunté a
una tendera por dónde debía pasar.
La
mujer dió un grito de extrañeza.
-
¿Quiere usted ir al puerto, caballero?
- Sí,
al puerto.
-
¡Ave María Purísima! ¿Al puerto á estas horas?
Y
volviéndose hacia un grupo de mujeres que estaban sentadas junto á la puerta,
les dijo en dialecto valenciano:
-
Señoras, respondan ustedes por mí: este caballero me pregunta por dónde ha de
pasar para ir al puerto.
Las
mujeres respondieron á la una:
-
¡Que Dios le proteja!
-
Pero ¿de quién?
-
¡Que no se fíe usted!
-
Pero ¿por qué?
-
Por mil razones.
- Dígame
una.
-
Pueden asesinarle.
Me contenté con esta sola razón, como se
comprende, y desistí de mi curiosidad por saber el camino del puerto.”
Visto lo leído, no sé si
es buena señal que yo no tuviera ayer que preguntar el camino del puerto, pero
en cualquier caso, regresé sin que me asesinaran (que yo sepa).
Créditos:
Extracto del capítulo
dedicado a Valencia, en España.
Impresiones de un viaje hecho durante el reinado de Don Amadeo I, obra de
Edmundo de Amicis, según traducción de Cátulo Arroita, publicada en Barcelona
por la Casa Editorial Maucci, en su Biblioteca
Maucci, en 1899, tomado de la edición en facsímil realizada por Librerías
París-Valencia en 2000.
Fotografía de una antigua
grúa del puerto de Valencia, junto a la Plaza de la Armada Española, ayer durante el paseo, del autor.
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