El pasado miércoles, uno de los
secuestradores de José Antonio Ortega Lara, anunció que se pondría en huelga de
hambre si por parte del Gobierno no se le ponía en libertad.
Su anuncio, según las crónicas, se
adornaba con expresiones de que "será
una decisión muy dura" que no le concedan la libertad, y que, "si el odio llega a ese extremo", será
su propósito "morir con dignidad",
mediante la huelga de hambre, se entiende.
Entusiasmados ante la idea de la dignidad
(aunque me barrunto que, siendo totalmente desconocida hasta ahora por ellos,
no estropearán una tradición de más
de cincuenta años), el hombre de paz, junto con un centenar de gregarios suyos,
dice que ha adoptado la misma postura (más o menos, y según y cómo, pero eso, a
efectos de la propaganda terrorista no importa).
El caso es que ya tenemos un nuevo
numerito montado, y lo que es peor, que "de acuerdo con las leyes", el secuestrador puede que se salga
con la suya.
Y maldita la gracia que tiene eso.
Créditos:
Viñeta de Manuel Summers publicada en ABC
el 18 de noviembre de 1983, de la hemeroteca del autor.
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