El pasado primero de
diciembre fui agraciado con una indicación (no propiamente invitación) para
asistir a una jornada más sobre el cambio cambiante del clima climático. El
atractivo de la Jornada, como suele ser habitual, Manuel Toharia Cortés.
Demostró buena memoria,
pues se acordaba de que en la charla del año anterior había tenido que llamar
la atención por que el agua para los ponentes fuera embotellada en plástico, y
alabó que en esta ocasión estuviera dispuesta directamente en unas jarritas de
cristal; eso sí, torció el gesto cuando le dijeron que no se hiciera tantas
ilusiones porque el agua no era del grifo, sino embotellada. Además, el local,
esta vez, era una sala cerrada con su correspondienbte consumo de iluminación y
ventilación forzada.
Nos insistió, como el año
anterior, en que el clima no se mide, y es que no existe físicamente: el clima
es el resultado de un cálculo o estimación; en definitiva, el clima es pura
estadística.
Lo que se mide es la
meteorología, y esta vez, aprendí una palabra nueva: temperie, que sí hace
referencia a un estado concreto de la atmósfera, y por tanto, se puede medir y
cuantificar, y que, además, cambia con el tiempo y el espacio, sedún el momento
y el lugar.
Hizo un breve repaso a
las condiciones climáticas de la Tierra, que nos lleva a lo siguiente:
- hace 600 millones de
años, la Tierra era como una bola de nieva
- hace 100 millones de
años, no había hielo ni en los polos, y campaban a sus anchas los dinosaurios.
- hace 10.000 años
finalizó la última glaciación, como consecuencia de unos cambios muy
acelerados, entrando en el periodo geológico del Holoceno, es decir, ahorita
mismo.
Nos recordó nuevamente
que gracias a los gases de invernadero y especialmente al vapor de agua, la
temperatura media de la Tierra, en vez de ser de 18 grados bajo cero, es de 15
grados sobre cero. Por tanto, ¡bendito efecto invernadero!
Sin embargo, sí señaló
que el CO2 se había incrementado en un 30%, lo que era preocupante; en
cambio, del vapor de agua, no había datos al respecto. Señaló que lo más
importante del crecimiento del CO2 es que es un indicador de algo que
se hace mal, inútilmente.
Por tanto, lo fundamental
no es tanto ahorrar sino mejorar la eficiencia en los procesos.
Hubo una segunda
ponencia, acerca del consumo responsable, a cargo de Sandra Valdueza Iglesias.
Expuso algunos aspectos
de la vida común que, tal vez de tan conocidos, son ignorados: la inmensa mayoría
de vehículos tienen una ocupación inferior, incluso, a dos personas; una de
cada tres personas los utiliza para desplazamientos menores de 2 kilómetros ; los residuos generados suponen ya 3 bolsas
de plásticos por 1 de orgánicos;… En cuanto a cuestiones de diseños y procesos
de fabricación, por ejemplo, nos recordó que las bombillas tradicionales se
retiran ya este próximo año 2013.
Habló de los conceptos «huella
del carbono» y del binomio sostenibilidad – pro-actividad, y del lema de las «tres
erres»: reduce-reutiliza-recicla.
Finalmente, insistió en
la importancia de la educación y la responsabilidad en la sostenibilidad.
Y hasta aquí puedo decir
de la Jornada, porque varias de las notas que tomé… sigo sin entenderlas. Mi
letra es así, y no me excusaré en que sea producto de pequeños sobresaltos
consecuencia de la cercanía de algunos ligeros ronquidos.
En todo caso, sí parece
que, después de tantos meses, puede decirse que algo hay, pues no es normal que
se (le) caliente tanto al ámbito doméstico, es decir, su economía. Y eso que,
aunque julio sea el nombre de una unidad de energía, no es que la energía sea
algo que caracterice estos últimos tiempos. Ni siquiera para acabar dejándonos a la intemperie.
Créditos:
Anverso del folleto del
programa de la Jornada El cambio climático en el ámbito doméstico, organizada por
el Ayuntamiento de Valencia, con la colaboración de la Asociación de Amas de
Casa Tyrius.
Hummmm, esto me presenta una seria preocupación y empiezo a sentirme muy culpable a cuenta de la eficiencia de mi radiador, por el que no circula el aire. Mira que soy perversa con el medio ambiente. ¿Qué hago, Posodo? ¿Me tiro al río?
ResponderEliminar