El pasado jueves Bruno Moreno Ramos
publicó en InfoCatólica una anotación con el título ¿Por qué en las películas actuales los buenos son tan malos?, en la que, al hilo de un artículo de Sophia Mason en la Saint
Austin Review, extracta párrafos del mismo y reflexiona sobre ellos y a partir
de ellos.
Así, por ejemplo, dice él:
“De alguna forma, el cine actual es incapaz de crear o describir personajes
que sean sustancialmente buenos. El cine de buenos y malos se ha convertido en
cine de malos y malos, de malos y tontos o, en el mejor de los casos, de malos
y “gente maja”. Esta última modalidad es, quizá, la más triste, porque reduce
el bien, que es la fuerza más potente, terrible, peligrosa y transformadora que
existe en nuestro mundo, a un mero ser políticamente correcto, a no llevarse
mal con los demás y, en la medida de lo posible, a tener buen carácter y ser
guapo.”
Y traduce el útlimo párrafo
de ella (aquí en inglés como un detalle gentil):
“It's not
just that our culture doesn't know goodness: our culture actively mistrusts
goodness. Our culture does not believe
in goodness. (Remember Hitchens' slam of
Mother Theresa?) And when one no longer
knows, trusts, and believes in a thing, one stops putting it into one's art,
stories, and songs; yes—one even stops putting it into one's fantasy and fairy
tales.”
Puestos a andar a la
brega con la discusión, yo añadiría lo siguiente:
El problema en la
actualidad no es que la sociedad sepa o conozca la bondad, ni que desconfíe de
la bondad. El problema es que la consolidación de criterios educacionales y
sociales ha supuesto que no se entienda la bondad; «¿cómo que la bondad es algo
en sí misma? Nada hay en sí mismo, todo está en relación con el resto, y éste
es quien determina si es bueno o no»: en definitiva, el relativismo.
Y ese relativismo
firmemente asentado es lo que hace que la sociedad, en su conjunto, en su forma
visible de actuar y manifestarse, no entienda la bondad. Y así, para no reconocer,
además, esa incapacidad de comprensión, están los menosprecios, las burlas, el
ridiculizar, todo aquello que tenga una brizna de bondad; incluso en los
malvados se deja a veces mostrar una mínima apariencia de bondad… precisamente
para denostarla más.
En su momento, el cine
mostró que el mal podía extenderse por el conjunto de la sociedad, y así surgió
el cine negro. Sin embargo, lo que mostró más bien es que con ciertos
planteamientos, no había sitio para la bondad: los no-malvados lo eran no por
la bondad que tuvieran, sino por los reflejos de bondad que aún eran capaces de
dar.
De este modo, incluso el
cine del oeste, muy maniqueo en muchas de sus manifestaciones, eso sí, generó
los llamados ‘westerns crepusculares’, donde ya no se salva nadie. La evolución
que presenta Ethan en Centauros del desierto es algo que ya no tiene cabida en
el cine desde hace mucho tiempo.
En resumen, que la sociedad
no entiende la bondad; y, de lo que no se entiende, se desconfía.
Así de sencillo, y así de
triste.
Pues yo debo ser mala, malísima..., puesto que me dedico a matar a gente.
ResponderEliminarClaro que, tras tanto asesinato, hay un par de personajes a los que une el amor (?), y por amor uno tomará una decisión... que no voy a revelar porque si algún día termino mis historias y me dedico a autopublicármelas, os habré fastidiado el asunto cuando os mande los ejemplares firmados.
Me "decido", no me "dedico".
ResponderEliminarAh, y que sepas que no se me ha olvidado lo de "arreglar" y que tú has salido por el momento de mi lista de amigos. Así que no te enviaré ejemplar, razón por la cual puedo revelarte el secreto. Verás es que...
Que nooooooooooooooooo, que te perdono, tonto. Te mandaré el ejemplar ;-)
No estoy de acuerdo con que mostrar a buenos malos sea cosa del cine actual, fue una fórmula utilizada en los años setenta del siglo pasado en el espagueti-western.
ResponderEliminarY aunque no es exactamente lo mismo, el código Hays impuso décadas antes en Estados Unidos que los malos no debían tener un final feliz en las películas de gánsters, y que el bueno debía ser bueno, resplandeciendo la justicia con el The End.
Y como ya ha salido el The End no escribo más.
Un saludo
En efecto, por eso hago referencia a los westerns crepusculares, porque ya no hay buenos suficientemente buenos: tienen que tener su parte mala, que no es lo mismo que su parte, digamos, humana.
ResponderEliminarSe decide perder la esperanza de la redención, como sí la hay con Ethan, o con el protagonista, por poner otro ejemplo del oeste clásico, de Winchester 73.
Un saludo.