“Hans Neuenfels ambienta irónicamente la
acción en un laboratorio, con el coro como ratas de experimentación. La decoración
escénica es funcional, luminosa y de líneas claras; (…) Prescindiendo del
disfraz ratuno, los tres vídeos superfluos y ciertos tics ácratas irónicos,
podría decirse que este montaje de Neuenfels es esencialmente tradicional.”
Este párrafo de la crónica de Ovidio García
Prada publicada hoy en ABC, en relación con la puesta en escena de Lohengrin,
en el marco del Festival de Bayreuth de este año, no me deja claro si la fotografía
que la acompaña y que se reproduce junto a estas líneas, mostrando lo que parece un grupo mal vestido de medianos de la Comarca, se corresponde con la
representación de este año.
En todo caso, diga lo que diga don Ovidio, saco la
conclusión de que el montaje es “esencialmente tradicional” porque Lohengrin
sigue siendo el caballero del cisne, Elsa una dama, Telramund un intrigante, y
Ortrud una bruja. Y pare usted de contar.
¿Alguien me puede explicar cómo se acepta
que haya disfraces de tal guisa sobre escena, mientras se crea el ambiente
correcto con el delicado son de la orquesta?
Créditos:
Fotografía de Enrico Nawrath, facilitada
por el Bayreuther Festspiele, publicada hoy por ABC, y tomada de la hemeroteca
del autor.
Extracto de la crónica arriba referida.
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