martes, 17 de julio de 2012

Ahora, a por el ovillo

Son relatos y son católicos.
(…)
Y son católicos, claro, aunque no en un sentido propagandístico o moralizante. La catolicidad de estos autores está limpia de melindres y de beaterías. No es más católico el texto que renuncia a mostrar lo doloroso, lo triste, lo sucio del alma humana. Más aún, ignorar estos aspectos tendría muy poco de católico. Por ello, la preocupación religiosa de este libro es católica en el más noble –y amplio– sentido del término: aborda la experiencia completa de lo humano, que quedaría truncada sin una mención a lo divino.

El autor católico no teme explorar el territorio del demonio. Pero, al contrario que muchos autores mundanos, sabrá mostrar al lector que ahí no sólo hay perversión, sino también redención.

Hoy me ha llegado el libro.

El lector tiene en sus manos un libro que encierra una gran variedad de relatos. (…) ¿Por qué están unidos en un solo libro? Gilbert Chesterton, en El candor del padre Brown, nos da una pista sobre el sutil nexo que hermana a estos personajes:
"- Sí –dijo–, lo atrapé con un anzuelo que no se ve y un sedal invisible lo bastante largo como para dejarlo huir hasta el fin del mundo, y aun así, traerlo de vuelta con un tirón de hilo."
Los personajes de esta galería yerran o aciertan, pecan o hacen el bien, pero están unidos al cielo por un hilo invisible, el de la gracia, que a menudo cae sobre quienes no la esperan en absoluto.

El hilo invisible de la gracia pasa desapercibido para muchos, pero sin él no puede explicarse lo que hace verdaderamente humano al hombre.

Créditos:
Portada y extractos, desordenados, de la Nota del Editor (Mario Crespo), y del Prólogo, de Pablo J. Ginés, de El hilo invisible, libro editado por Vita Brevis, que reúne los relatos premiados en el I Concurso de Literatura Católica convocado por dicha editorial (pp. ii, x, i y x)

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