“Llega uno de los jefes de la sinagoga,
llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia
diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para
que se salve y viva.» Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
(…)
Mientras estaba hablando llegan de la
casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar
ya al Maestro?» Jesús, que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la
sinagoga: «No temas; solamente ten fe.» (…) Y tomando la mano de la niña, le
dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.» La
muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años.
Quedaron fuera de sí, llenos de estupor.”
Éste ha sido el Evangelio de hoy, del que
quiero comentar dos cosas:
Por un lado, Jesuscristo, Dios Verdadero,
atiende a la Fe de uno de los jefes de ls sinagoga, y obra el milagro de la
resurrección de la niña.
Por otro lado, Jesucristo, Hombre
Verdadero, atiende a un atribulado padre, y, permitiéndome un juego de palabras,
a la desfallecida niña: “y les dijo que le dieran a ella de
comer”.
Otra cosa más. Con este versículo (el
43), finaliza San Marcos su relación del milagro, y uno no puede por menos que
pensar qué fue de la vida de Jairo y, especialmente, de su hija; y por extensión,
de todas aquellas personas en que directamente sobre ellas obró milagros Nuestro
Señor.
Y es que no deja de ser triste que la única
reflexión sobre este tema que exista (o al menos, que yo conozco) sea la de la
película La vida de Brian.
Créditos:
Transcripción del
Evangelio según San Marcos (5, 21-24 y 35-42), tomada de la Nueva Biblia de Jerusalén,
revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.
Fotografía de la estatua de Jesucristo
presidiendo la fachada principal de la Basílica de San Pedro, en la Ciudad del
Vaticano, de septiembre de 2011, del autor.
Debe ser duro haber sido salvado por el Señor o por la intercesión de un santo. Demostrar durante toda la vida que supiste llevar una existencia bondadosa y le fuiste fiel hasta el final al que te dio de nuevo la vida. Eso marca, lo sé. Sabes, me recuerda este tema a la película Salvar al soldado Ryan. Cuando viene a decir, Ryan, ante las tumbas de los caídos que dieron su vida por salvarlo, que toda su vida intentó ser un buen hombre para merecer plenamente el haber sido salvado.
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