“Llegado Jesús a la región
de Cesarea de filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del Hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista;
otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Díceles él: «Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo
de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre
que esté en los cielos. Et ego dico tibi, quia tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et portae inferi non praevalebunt adversam
eam. Et tibi dabo
claves regni caelorum. Et quodcumque ligaveris super terram, erit ligatum et in
caelis; et quodcumque solveris super terram, erit solutum et in caelis.”
Créditos:
Transcripción del
Evangelio según San Mateo (16, 13-17), tomada de la Nueva Biblia de Jerusalén,
revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.
Transcripción del Evangelium secundum
Matthaeum (16, 18-19), tomada de la Biblia Vulgata, en edición de
Colunga-Turrado, publicada por Biblioteca de Autores Cristianos (duodécima
edición, de 2005)
Fotografía de la estatua de San Pedro sedente (atribuida a
Arnolfo di Cambio), en el interior de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, de
septiembre de 2011, del autor.
Felicidades a los Pedros y a los Pablos.
ResponderEliminarIndudablemente unos de los pasajes más profundo de los Evangelios. El Señor, como diría un aficionado a los toros, pasa los trastos de su Gloria al discípulo para que éste no deje en la estacada a los que creen en Él. "Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Es que no se puede ser más Santo. Es el Señor.