“1788. Enero. (…) Sábado
5
TENERIFE
El día siguiente a las
nueve de la mañana avistamos la isla de Tenerife, que se halla situada al oessudoeste
media al oeste a unas doce leguas de distancia. (…) Alrededor de cuatro leguas
más allá en dirección sur la costa se extiende al oeste hasta el fondeadero de
Santa Cruz, donde anclamos a las nueve y media de la mañana del domingo en unas
aguas de veinticino brazas, y echamos amarras junto a la costa en la misma
profundidad (…). Un paquebote español con destino a La Coruña, un bergantín
estadounidense, y varios otros navíos, se hallaban aquí.
(…)
Lunes 7
En la mañana del lunes
comencé a promover el negocio del barco con la mayor diligencia, y di las órdenes
necesarias a los señores Collogan e hijos, los contratistas, para obtener los suministros
que deseaba. (…)
Hay un grado de miseria y
escasez entre las clases inferiores del pueblo que en ningún otro lugar es tan
habitual como entre las colonias españolas y portuguesas. Para aliviar estos
males el gobernador de Tenerife ha creado una institución benéfica que él se
toma la molestia de supervisar.”
En algún momento de este
pasado otoño (creo), le oí a César Vidal Manzanares hablando de su viaje a la
India el verano anterior, que, ante el asombro de unos españoles (compañeros de
viaje, o simplemente, coincidentes en el lugar) sobre la miseria que se veía en
la India, les replicó que en su adolescencia, él había visto la misma o más en
España.
Si recordamos que nació
en 1958, su adolescencia se sitúa, no en 1788, sino en el entorno de 1972, año que yo viví ya con
suficiente edad como para poder decir que, al menos en el ámbito general de España,
la miseria, como tal (que no pobreza), no existía. Otra cosa es que alguien, él tal vez, fuera a
buscarla a propósito.
No he conseguido localizar
el corte en cuestión, pero en este momento, me da lo mismo. Lo que sí he
encontrado es la miseria de que hablaba César Vidal Manzanares.
Créditos:
Extracto del Capítulo II
de La verdadera historia del motín de la Bounty, de William Bligh, según
traducción de Miguel Ángel Coll, publicado como número 46 de su colección
Viento Simún, por Ediciones del Viento, en 2009 (pp. 28-32).
Fotografía tomada del
facebook de Es la noche de César, no sé cuándo.
Juro por mi honor que esta tarde dejé un comentario a esta entrada. Y además, de os trabajados. Mañana intentaré colocarlo de nuevo.
ResponderEliminarLo de Cv, tela
Bate: no protestes, y manifiéstate.
ResponderEliminar[O, al menos, di algo de la foto, que seguro que te ha gustado ;-)]