Como todo el mundo sabe,
William Shakespeare falleció un 23 de abril, es decir, tal día como hoy, 3 de
mayo. La efemérides ha sido recordada esta tarde en el programa En casa de
Herrero.
Curiosamente, ayer compré
Shakespeare, de Joseph Pearce, y esta tarde al hojearlo, he abierto el libro
casualmente por donde he podido leer lo siguiente:
“No existe evidencia
alguna de que Shakespeare simpatizara con el violento idealismo de los
conjurados [la conjuración de la pólvora de 1605], y lo más probable es que, al
igual que a una gran mayoría de católicos, le horrorizara el extremismo de sus
correligionarios. No obstante, como católico sí debió compartir el sentimiento
de desolación que se abatió sobre el catolicismo inglés ante el rebrote de una
persecución que llegaba después del inicial entusiasmo provocado por la muerte
de la reina [Isabel I] y el ascenso al trono del nuevo monarca [Jacobo I, hijo
de María Estuardo de Escocia, ejecutada en 1587 por Isabel I]. Tanto sus esperanzas
como las del resto de los católicos habían quedado hechas añicos.”
No creo que los
colaboradores de Luis Herrero sepan de este texto ni de otros similares, aunque cuando han dado la referencia antedicha (a partir del minuto 18:35),
la han acompañado de la Lacrimosa del Requiem de Mozart, un réquiem… católico.
Requiescat in pace.
Portada y extracto del
capítulo 13 Un buen súbdito del rey, según traducción de Gloria Esteban Villar,
de la obra Shakespeare (The Quest of Shakespeare), de Joseph Pearce, editada en
2008 por Ediciones Palabra (pág. 159).
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