“El orgullo racial de Hitler proviene de
la Reforma, por veinte razones: porque divide la cristiandad y profundiza todavía
más esas divisiones; porque es fatalista como el calvinismo y hace que la
superioridad no sea electiva, sino impuesta; porque es césaro-papista, y pone
el Estado sobre la Iglesia, como pretendía Enrique VIII; porque es inmoral,
siendo un innovador de conductas morales que tocan temas como la esterilización
y la eugenesia; porque es subjetivo, sometiendo el hecho previo al capricho
personal, como cuando pide un Dios alemán, o declara que la revelación católica
no es acorde con el temperamento alemán –como si yo fuera a decir que el
sistema solar no es acorde al gusto chestertoniano–. No pido disculpas, por lo
tanto, por decir que esta catástrofe histórica se deba a la herejía, y no puedo
ver que ni siquiera un anglo-católico pueda defender su propia pretensión de
ortodoxia negándolo.”
Ahí es nada: no sólo
denuncia sino que define el origen… ¡en 1935!
Créditos:
Extracto del artículo ¿Dónde
está la paradoja?, según traducción de Ana Nuño y Mariano Vázquez Alonso, incluido
en la obra El manantial y la ciénaga, publicada en 1935, y recogida en el
recopilatorio de G. K. Chesterton, que con el título Por qué soy católico, editó
El buey mudo en 2009 (pág. 682).
Ya ya, esto lo escribió Chesterton porque no había leído a Cesar Vidal, que si no, otro gallo (le) cantaría.
ResponderEliminarPD. Im-presionante, que diría el dueño de Currupipi.
En eso demuestra lo listo que era ;-)
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