El pasado viernes día 25 hubo dos
noticias que no tenían por qué estar relacionadas.
Por un lado, se cumplían 117 años del
momento en que un ingeniero alemán obtenía la licuación del aire, aplicando un
método que desde entonces lleva su nombre, y que constituyó la base de la
moderna industria del frío.
Por otro lado, el Gobierno nombraba un
nuevo consejero en el Banco de España.
La casualidad ha querido que el ingeniero
se llamara Karl von Linde, y el nuevo consejero, Luis Linde.
Y lo curioso es que, coincidiendo con
ello, el vigente Gobernador del Banco de España, se ha quedado helado, y ha
dimitido. Como sucesor, quien suena, tal vez como los bloques de hielo al
cuartearse, es, precisamente, Linde.
Lo que ya no sé es si se
trata de una cuestión de rostro, quiero decir, como los que figuran en la sede
del Banco de España, en su fachada de la calle de Alcalá, la aplicación de unos
criterios de contabilidad ‘clásica’ o de contabilidad ‘imaginativa o creativa’.
Créditos:
Montaje de de fotografías
de dos de los rostros de la fachada del Banco de España, realizadas en junio de
2009, del autor.
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