“D. Antonio Ripoll Sauvalle, nació en Cartagena el 22 de enero de 1881. Ingresado con la edad mínima permitida en la Academia de Infantería, es promovido a Alférez y destinado a Cartagena desde donde marcha voluntariamente a Filipinas, y en Manila se le destina al mando de una sección indígena, a la defensa de la plaza. El 13 de agosto de 1898 a las 8 de la mañana empezó la Escuadra americana el bombardeo…”
(...)
Solicita el Capitán Ripoll una audiencia con Su Majestad la Reina Regente. No sólo consigue de la Señora que se le permita seguir en activo, sino que le encarga un brazo y una mano articulada, de aluminio.
(...)
Surge en el verano de 1909 la campaña de Melilla, y el Capitán Ripoll pide inmediatamente un destino en alguna de las unidades que iban a tomar parte de ella, y lo consigue. Los compañeros le despiden de Cartagena con una comida que él acepta como anticipio de la que le darán cuando regrese con la Laureada, pues sin ella, no volverá.
(...)
Llega el 30 de septiembre del año 1909 y el mando decide un reconocimiento desde Zeluán hacia el Zoco de Senis de la Kábila de Beni-Bu-Ifrur, en las faldas del norte del Macizo del Gurugú. Esta acción se ejecuta con toda la columna al mando del General Díaz Vicario, que muere en el avance. Detenido éste, hacia las tres de la tarde, con la caballería que ha llegado al Zoco, pero ha encontrado mucho enemigo, se ordena el repliegue escalonado. La compañía de Ripoll queda la última para retirarse, en el lugar que había alcanzado, terreno llano, con ligera pendiente hacia la vanguardia, cerrado en campo por la ligera altura donde se ve una casa entre chumberas, y algunos arbolillos sobre el alto de la loma. Todo esto es ocupado por el enemigo, que hace mucho fuego, sobre todo desde la casa. El Capitán Ripoll decide desalojarlo de allí, manda armar la bayoneta y ordena que la compañía desplegada le siga cuando él lo ordene. Se avanzan varios pasos hacia el enemigo y ordena la carga, pero él cae acribillado, y la compañía no le sigue y retrocede. Hay alguno que se destaca y quiere llegar hasta el cuerpo del Capitán pero el fuego enemigo se lo impide.”
“Las tentativas que venía realizando el batallón de Cazadores de Figueras para encontrar el cadáver del heroico Capitán Ripoll, muerto gloriosamente el 30 de septiembre en el combate del zoco El Jemis, han tenido el éxito apetecido.
(…)
Anteanoche los guías indígenas hallaron un esqueleto, casi descarnado ya, que conservaba el uniforme de nuestras tropas.
Seguros de que se trataba de los restos que se buscaba, los depositaron en una camilla , conduciéndolos por sitios resguardados de todo peligro á la alcazaba de Zeluán.
El médico de Figueras identificó en el acto los restos del capitán Ripoll, destruyendo toda duda el brazo amputado, en el que ajustaba la mano artifical de aluminio.
En la mañana de hoy han recibido cristiana sepultura los heroicos restos en el cementerio inmediato á la alcazaba.”
“Le faltaba una mano y el antebrazo de aluminio, en substitución del que le fue amputado al bravo oficial en la campaña de Filipinas.
Se supone que los moros le quitaron el guante que tenía puesto para ver si llevaba sortijas, y al ver brillar la mano de metal creyeron que sería de plata y se la llevaron.”
La famosa “mano de plata” fue recuperada tiempo después, a cambio de un rescate, según parece. Donada por su sobrino D. Juan Ripoll, tras un periodo en el Museo del Ejército de Madrid, ahora se encuentra en el Museo Histórico Militar de Valencia.
El seis de octubre, S.M. el Rey firmó un decreto concediendo al Capitán Ripoll, junto al Capitán Bermejo Sánchez-Caro y al Segundo Teniente Odoriz Domínguez, “el empleo superior inmediato por el bizarro comportamiento que observaron en el combate sostenido el día 30 de septiembre último en las inmediaciones de Zeluán, encontrando gloriosa muerte en el campo de batalla.”
Sin embargo, para la Laureada, el Capitán Ripoll tuvo que esperar un poco más.
Con otros Rey y Gabinete distintos a aquéllos, en cambio, posiblemente hubiera sido juzgado en Consejo de Guerra por traidor a la Alianza de las Civilizaciones.
Créditos:
Planchas del episodio dedicado al Capitán Ripoll, de la serie La paga del soldado, con textos y dibujos de Antonio Hernández Palacios, publicada en el número 50, del 15 de noviembre de 1972, de la revista Trinca.
Transcripción parcial de la ficha que se ofrece en el Museo Histórico Militar de Valencia, relativa al Capitán Ripoll.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 15 de noviembre de 1909, aunque fechada el 14 a las 11 de la noche, bajo el título El cadáver de un héroe.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 16 de noviembre de 1909, aunque fechada el 15 a las 5 de la tarde.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 7 de octubre de 1909.
Imagen de la noticia publicada el 7 de junio de 1911 en ABC acerca de la concesión al Capitán Ripoll de la Laureada de San Fernando.
Imagen que figura en la guía del Museo Histórico Militar de Valencia.
Las noticias de ABC han sido tomadas de su hemeroteca en intenet.
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Solicita el Capitán Ripoll una audiencia con Su Majestad la Reina Regente. No sólo consigue de la Señora que se le permita seguir en activo, sino que le encarga un brazo y una mano articulada, de aluminio.
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Surge en el verano de 1909 la campaña de Melilla, y el Capitán Ripoll pide inmediatamente un destino en alguna de las unidades que iban a tomar parte de ella, y lo consigue. Los compañeros le despiden de Cartagena con una comida que él acepta como anticipio de la que le darán cuando regrese con la Laureada, pues sin ella, no volverá.
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Llega el 30 de septiembre del año 1909 y el mando decide un reconocimiento desde Zeluán hacia el Zoco de Senis de la Kábila de Beni-Bu-Ifrur, en las faldas del norte del Macizo del Gurugú. Esta acción se ejecuta con toda la columna al mando del General Díaz Vicario, que muere en el avance. Detenido éste, hacia las tres de la tarde, con la caballería que ha llegado al Zoco, pero ha encontrado mucho enemigo, se ordena el repliegue escalonado. La compañía de Ripoll queda la última para retirarse, en el lugar que había alcanzado, terreno llano, con ligera pendiente hacia la vanguardia, cerrado en campo por la ligera altura donde se ve una casa entre chumberas, y algunos arbolillos sobre el alto de la loma. Todo esto es ocupado por el enemigo, que hace mucho fuego, sobre todo desde la casa. El Capitán Ripoll decide desalojarlo de allí, manda armar la bayoneta y ordena que la compañía desplegada le siga cuando él lo ordene. Se avanzan varios pasos hacia el enemigo y ordena la carga, pero él cae acribillado, y la compañía no le sigue y retrocede. Hay alguno que se destaca y quiere llegar hasta el cuerpo del Capitán pero el fuego enemigo se lo impide.”
“Las tentativas que venía realizando el batallón de Cazadores de Figueras para encontrar el cadáver del heroico Capitán Ripoll, muerto gloriosamente el 30 de septiembre en el combate del zoco El Jemis, han tenido el éxito apetecido.
(…)
Anteanoche los guías indígenas hallaron un esqueleto, casi descarnado ya, que conservaba el uniforme de nuestras tropas.
Seguros de que se trataba de los restos que se buscaba, los depositaron en una camilla , conduciéndolos por sitios resguardados de todo peligro á la alcazaba de Zeluán.
El médico de Figueras identificó en el acto los restos del capitán Ripoll, destruyendo toda duda el brazo amputado, en el que ajustaba la mano artifical de aluminio.
En la mañana de hoy han recibido cristiana sepultura los heroicos restos en el cementerio inmediato á la alcazaba.”
“Le faltaba una mano y el antebrazo de aluminio, en substitución del que le fue amputado al bravo oficial en la campaña de Filipinas.
Se supone que los moros le quitaron el guante que tenía puesto para ver si llevaba sortijas, y al ver brillar la mano de metal creyeron que sería de plata y se la llevaron.”
La famosa “mano de plata” fue recuperada tiempo después, a cambio de un rescate, según parece. Donada por su sobrino D. Juan Ripoll, tras un periodo en el Museo del Ejército de Madrid, ahora se encuentra en el Museo Histórico Militar de Valencia.
El seis de octubre, S.M. el Rey firmó un decreto concediendo al Capitán Ripoll, junto al Capitán Bermejo Sánchez-Caro y al Segundo Teniente Odoriz Domínguez, “el empleo superior inmediato por el bizarro comportamiento que observaron en el combate sostenido el día 30 de septiembre último en las inmediaciones de Zeluán, encontrando gloriosa muerte en el campo de batalla.”
Sin embargo, para la Laureada, el Capitán Ripoll tuvo que esperar un poco más.
Con otros Rey y Gabinete distintos a aquéllos, en cambio, posiblemente hubiera sido juzgado en Consejo de Guerra por traidor a la Alianza de las Civilizaciones.
Créditos:
Planchas del episodio dedicado al Capitán Ripoll, de la serie La paga del soldado, con textos y dibujos de Antonio Hernández Palacios, publicada en el número 50, del 15 de noviembre de 1972, de la revista Trinca.
Transcripción parcial de la ficha que se ofrece en el Museo Histórico Militar de Valencia, relativa al Capitán Ripoll.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 15 de noviembre de 1909, aunque fechada el 14 a las 11 de la noche, bajo el título El cadáver de un héroe.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 16 de noviembre de 1909, aunque fechada el 15 a las 5 de la tarde.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 7 de octubre de 1909.
Imagen de la noticia publicada el 7 de junio de 1911 en ABC acerca de la concesión al Capitán Ripoll de la Laureada de San Fernando.
Imagen que figura en la guía del Museo Histórico Militar de Valencia.
Las noticias de ABC han sido tomadas de su hemeroteca en intenet.