Como siempre, el problema
es saber de qué se habla cuando se habla de algo, en este caso, la ciencia ficción.
Y es que con esta
denominación, ¿a qué nos referimos? Es más, ¿no está resultando el género -sea
lo que sea- demasiado hibridado?, pues recientemente se observa mucha mezcla
con otros géneros: policíaco, fantástico, incluso vampiros,…
La fabulación sobre otras
sociedades, en cuya descripción se hace hincapié en aquello que las convierte
en un mundo mejor que el contemporáneo de quien la escribe, es una constante en
la literatura, recordemos
Utopía [obra
de Santo Tomás Moro que, además, dio el nombre a esas sociedades].
Por ello, este
planteamiento no es un carácter diferencial de la ciencia ficción, ni siquiera
cuando la fabulación se sitúa en un futuro. Lo que es propio en ella, y
novedoso en la tradición literaria, es «el entronque con la ciencia», «lo importante es el
encuentro con la ciencia y la tecnología».
Sin embargo, «no por ello ha logrado un renombre 'intelectual'», la literatura de
ciencia ficción parece que «no tiene
mayor importancia. ¿Por qué?».
Ese renombre, en cambio, sí lo ha
conseguido la literatura policíaca. En efecto, «la trama policíaca nos habla de la condición humana y la sociedad en
que se vive, como la tradición literaria», como la literatura normal, podríamos
decir. Así, no resulta extraño que se presente un caso como el de Zadig, de un autor ‘de prestigio’ como
es Voltaire, personaje que bien puede
calificarse como «un precedente de Conan
Doyle» [ver, por ejemplo, el proceso de deducción de lo que no ha visto a
partir de lo que ha observado que se recoge en el capítulo III El perro y el caballo, aunque con
resultados distintos a los del detective inglés].
¿Por qué, pues, la diferencia? Tal vez la
propia historia de la ciencia ficción nos dé una idea.
La divulgación de las ideas de la
Ilustración llevó a la creencia de que «la
ciencia tiene explicación para todo», y, en cierto modo, hizo que la
ciencia sustituyera a la religión. Esta circunstancia propiciaría la redacción
de Frankenstein, o el moderno Prometeo,
obra de Mary W. Shelley donde, mediante el acto de crear vida, se muestra
precisamente esa sustitución. [Entonces, el concepto de ‘ciencia ficción’ no
existía, por lo que no deja de ser motivo de reflexión que la novela haya sido
calificado siempre como ‘de terror’.]
A finales de
siglo, en los pioneros rusos de la ciencia ficción ya «la ciencia es la salvadora de la sociedad». [Mientras tanto, el
desarrollo de este género nos trae a la memoria las figuras de Julio Verne y de
H.G. Wells, quienes se encuentran en una situación intermedia, es decir, el uso
de la ciencia puede resultar tanto positivo como negativo para la sociedad
(Nemo, La Begún, Moreau,…).]
Una circunstancia social acerca de la
ciencia ficción es que ésta se desarrolla en «épocas pre-revolucionarias e inmediatamente post», como el caso de
Shelley tras la Ilustración y la Revolución Francesa, o los referidos pioneros
rusos [o Wells] durante las convulsiones del cambio de siglo. «Pero sobretodo en EE.UU. entreguerras».
La especial característica de este boom es que se produjo en revistas específicas
del género. [Y aunque eso tuvo su lado bueno, podía publicar (casi) cualquiera],
«el problema es que en las revistas se
metía de todo: el que más imaginación tuviera, mejor», criterio
condicionado por que el segmento al que se dirigían era el «público adolescente». [De ahí, el
prejuicio y también realidad en la ciencia ficción de que] «en multitud de ocasiones no presenta
suficiente calidad literaria». No obstante, la publicación en estas
revistas supuso un «entrenamiento
importante para Asimov, Silverberg,... [pues] empezaron ahí su oficio». Por el propio entorno de publicación, «tardaron [en llegar] las novelas, eran más de relatos».
Pero llegaron.
La trilogía de la Fundación («es la biblia»)
« no sólo está bien escrita sino que la
trama absorbe».
«A
partir de ahí empezó el interés por la calidad literaria.»
Un problema que presenta el género es precisamente
una de las características que se han comentado: la ciencia y la tecnología. Son
numerosas las obras que muestran «más
interés por los inventos (p.e. formas de viajar) que [por] el reflejo de la sociedad”. Y, con esta
perspectiva se plantean «¿cómo puede ser
el futuro? [Pues bien,] tecnológicamente,
los hay que aciertan y los que no». El problema con los inventos [y con
aquello de que ‘cualquier tecnología suficientemente avanzada, siempre parece
magia’, paradójicamente,] es que «hoy en
día tenemos la tecnología tan al alcance que pierde la magia». Y aún así, entre
tantos inventos inventados, resulta «curioso
que gente con conocimientos técnicos no fabularan sobre el concepto de internet».
En general, «sigue faltando el aspecto humano y social». Tal vez por que,
aceptando la distinción entre ciencias y letras (sabiendo que «es distinción falsa»), «la predicción de las ciencias 'duras' es
impresionante; las letras, no». [Tal vez por eso, la respuesta que se dé a ‘¿cómo
puede ser el futuro?’ desde una visión de la sociedad siempre será cuestionable,
y casi nunca falsable, con toda la inquietud que ello supone.]
En resumen:
«Pérdida
de la magia, sociedad humana... ¿merece la pena seguir escribiendo ciencia ficción
hoy en día? Sí.»
No hay que dejar perder la gran «ventaja [de que] al alejarse, permite ver con mayor perspectiva lo que puede ser un
mundo en un futuro. Con la cercanía, estamos perdidos, no se aprecia bien».
Sí, «aún
es asignatura pendiente la integración como literatura: sigue sin estar bien
considerada», «aún no ha llegado el escritor que haya hecho la unión de la LITERATURA
junto con la ciencia ficción».
Pero recordemos, como señal de esperanza,
que «entre la intelectualidad, sólo
Borges y Bioy Casares reivindicaron el género policíaco y la ciencia ficción».
[El primero ya está reconocido; la
segunda, juega en casa: el futuro.]
Créditos:
Reseña (parcial) del encuentro celebrado
de Casa del Libro, en el Paseo de Ruzafa, en Valencia, el pasado 16 de mayo, charla
y debate sobre Escribir ciencia ficción
hoy, con la participación de Santiago González Carriedo.
Cubiertas de varias de las obras
mencionadas, de la biblioteca del autor.
Nota:
La anotación es una elaboración a partir
de los apuntes tomados por el autor durante el evento (salpimentados por lo que
aún queda en su memoria).
Los textos en cursiva entre comillas
latinas, aunque son transcripción literal de los apuntes, no necesariamente son
una literalidad de lo manifestado.
Los textos entre corchetes son del autor,
adicionales a los apuntes, y complementarios a los mismos, durante la redacción
de la anotación.