domingo, 30 de septiembre de 2012

Faltan once días

La primera novela que leí de Agatha Christie fue El asesinato de Rogelio Ackroyd, que se publicó en 1926. Lo que no sabía yo era la coincidencia con un hecho importante en la vida de la escritora: ese mismo año de 1926, el 3 de diciembre en concreto, Agatha Christie desapareció sin dejar más rastro que el vehículo que utilizaba, abandonado.

No solo la policía estuvo buscándola (llegando a sospechar incluso que su marido la había asesinado). También se implicó Sir Arthur Conan Doyle, recurriendo, entre otros métodos, a contactar con Horace Leaf, un médium, el cual dijo que estaba viva y cuándo se sabría algo de ella,… y acertó.

El caso es que la buena mujer estuvo desaparecida once días, y cuando fue encontrada e identificada (por su marido, el 14 de diciembre) sólo se pudo sacar en claro una extraña situación de amnesia.

Dejaremos para otra ocasión las circunstancias de cómo fue hallada, y acabaremos este breve anotación con una curiosidad: en el hotel en que estaba alojada (el Harrogate Hydropathic Hotel) se había registrado como la señora Teresa Neele, habiéndose elegido el nombre de pila por corresponder a Santa Teresa de Jesús.

Créditos:
Datos e imágenes tomados de Agatha Christie and the Eleven Missing Days, de Pared Cade, en edición, revisada y ampliada, de 2011, publicada por Peter Owen Publishers.

Unum labium omnibus

Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras. Al desplazarse la humanidad desde oriente, hallaron una vega en el país de Senaar y allí se establecieron. (…) Después dijeron: «Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la faz de la tierra.»
Bajó Yahvé a ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos, y pensó Yahvé: «Todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y éste es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Bajemos, pues, y, una vez allí, confundamos su lenguaje, de modo que no se entiendan entre sí.» Y desde aquel punto los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel, porque allí embrolló Yahvé el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra.

Este embrollo quedó temporalmente resuelto en Jerusalén, justo el día de Pentecostés:
Residían en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Sin embargo, podría decirse que poco dura la alegría en casa del pobre, y volvió de nuevo el ‘embrollo’ de los idiomas.

El Imperio Romano permitió, a través del latín, que una parte importante de la población se entendiera entre sí con independencia de su lugar de nacimiento. La consecuencia fue que incluso la Iglesia adoptara dicho idioma como oficial suyo, promoviendo la traducción de los distintos libros de la Biblia al latín.

In principio creavit Deus caelum et terram.

Quien se encargó de dicha tarea fue San Jerónimo, quien dio forma a la Vulgata, versión íntegra en latín de la Biblia, labor que le ha supuesto su consideración como patrón de los traductores, y cuya festividad se celebra hoy.

Labor, la del traductor, que no es habitualmente apreciada, y oficio que, como muchos otros, por desgracia se está perdiendo.

Como se perdió la oportunidad en Pentecostés, ya que no todos los que escucharon, hicieron caso, antes bien, incluso se burlaron.

Créditos:
Extracto del Génesis (11, 1-9), tomado de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.
Extracto de los Hechos de los Apóstoles (2, 5-6), tomado de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.
En el título, segunda parte del versículo 11, 6, y en el texto, inicio (1, 1), del Liber Genesis, tomados de la Biblia Vulgata, en edición de Colunga-Turrado, publicada por Biblioteca de Autores Cristianos (duodécima edición, de 2005)
Fotografía de San Jerónimo, talla de madera dorada y policromada de finales del siglo XV, de autor anónimo, en el Museo de la Catedral de Valencia, de agosto de 2010, del autor.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Menuda maravilla


Siguiendo con la relación de ilustres testigos de las pirámides, debo continuar diciendo que hoy, precisamente, se cumplen veinte años del momento en que adquirí dicha condición.

Una cosa curiosa es que la Gran Pirámide de Keops tiene dos entradas: la original, que estaba oculta, y, consecuencia de ello, la que mandó practicar Al-Mamún para averiguar qué había dentro.

Y como la pirámide tiene dos entradas, también hace veinte años tuvimos nuestras dos entradas para, como Al-Mamún, ver qué había dentro.

Los pasillos no es que sean muy anchos, aunque eso sí, la Gran galería tiene un techo que impresiona por lo alto que está.

Bueno, la Cámara del Rey también tiene el techo alto, y como puede verse, están muy bien encajados los bloques de piedra.

El caso es que creo que vimos lo mismo que Al-Mamún, es decir, más bien pocos tesoros dentro de la Gran Pirámide, aunque eso sí, se basta y se sobra el edificio en su conjunto para ser un tesoro.

En la Necrópolis de Guiza, muy cerca de la Gran Pirámide de Keops está la de Kefrén (a continuación, pero algo más apartada está la de Micerino), aunque sólo la vimos de cerca desde el autobús.

Y no, no nos trajimos como recuerdo ningún trocito de la Gran Pirámide. Ya la deshicieron bastante construyendo El Cairo.

Créditos:
Imágenes de las dos entradas para visitar la Gran Pirámide.
Fotografías tomadas el 28 de septiembre de 1992 por el autor:
Vista general de las tres pirámides: Keops, Kefrén y Micerino.
Vista general de la Gran Pirámide de Keops.
Perspectiva de la cara norte de la Gran Pirámide de Keops, con las dos entradas (la original es la superior).
Gran galería y tramo del pasadizo ascendente.
Techo de la Cámara del Rey.
Vista general de la Pirámide de Kefrén, ya desde el autobús de regreso.

jueves, 27 de septiembre de 2012

¡A comeeerrr!

Ayer encontré en el buzón un folleto publicitario de una empresa cuyo objeto resulta curioso.

Según se lee, la empresa elabora un menú semanal (lunes a viernes), equilibrado y todo eso, se encargan de comprar los ingredientes necesarios (“productos frescos de alta calidad”), los sirven a domicilio los lunes, y facilitan las recetas correspondientes.

No sé cómo les irá, pero, la verdad, es que se trata de algo curioso, más aún, considerando lo cuesta arriba que se hace, al menos a mí, pensar el menú de cada día (y si encima, es comida y cena, peor me lo pones).


Por eso lo traigo aquí, y les deseo que les vaya bien.

(Entiendo, por los proveedores, que está asentada en Valencia. Pero ya irá creciendo, ¿no?)

Créditos:
Imágenes del anverso y reverso del folleto en cuestión, de la empresa YoComoBien.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

martes, 25 de septiembre de 2012

De los polvos tras la siega

Como es sabido, las alteraciones en Cataluña se iniciaron por conflictos entre las tropas mandadas para defender la frontera catalana combatida por Francia y los habitantes de aquellos campos y villas; pues, como sucedía con gran frecuencia en aquellos tiempos, la soldadesca hacía tanto daño al enemigo como al amigo. Máxima cuando, por los defectos de los sistemas de alojamiento y avituallamiento, aquellas tropas molestaban a los civiles exigiéndoles alojamiento y manutención y acompañaban dichas exigencias con verdaderos desmanes, en especial abusando de sus mujeres.
Y eso fue lo que en buena medida ocurrió en 1640 entre las tropas del rey (formadas en gran proporción por extranjeros, como italianos e irlandeses) y los naturales de la frontera catalana, en especial en torno a la villa de Perpiñán, cuando aquel ejército empezó a vivir a costa de la tierra.
Ahora bien, Cataluña, conforme a sus fueros y privilegios, no estaba obligada a prestar esos servicios a las tropas del Rey. He ahí la base del conflicto. (…)
Y así fue como estalló la gran revuelta del 7 de junio de 1640 (el Corpus de Sangre de Barcelona), cuando los segadores, que solían concentrarse por aquellas fechas en la ciudad condal, entraron en conflicto con las guardias del virrey, provocando un motín tan formidable que se extendió por toda la ciudad y que acabó con la vida del mismo virrey, que era entonces el conde de Santa Coloma. Olivares designó a un catalán para ocupar ese puesto, un noble de gran prestigio, el duque de Cardona. Pero cuando el duque trató de mediar en el conflicto entre el ejército y el paisanaje, Olivares desautorizó sus medidas contemporizadoras.
De ese modo, la guerra civil resultaba inevitable. Y hasta tal punto que el propio duque de Cardona murió de pesar al ser consciente de tan sombría perspectiva.
Por lo tanto, es evidente la grave responsabilidad de Olivares en aquella dolorosa guerra civil, que ya hemos detallado, y que se había de prolongar más de doce años; al fin resuelta, en buena medida, porque los franceses, a los que había acudido Cataluña, acabaron siendo aún más odiosos a los catalanes que los propios castellanos, al no prestarse a un apoyo sin buscar sus compensaciones territoriales, así como hacer del rey de Francia conde de Barcelona.
Porque el anhelo de no pocos catalanes ilustrados de aquel momento, como Francisco Tamarit o el canónigo Pablo Claris, hubiera sido proclamar la República con la ayuda de Francia y no verse convertidos en provincia francesa.
Y aun así, aunque los partidarios de una reconciliación con Castilla fueron aumentado a finales de la década de los cuarenta, conforme crecían los conflictos con las tropas francesas, lo cierto es que después de la Paz de Westfalia, cuando Felipe IV pudo concentrar sus esfuerzos en Cataluña tras reconocer la independencia de Holanda, todavía Barcelona resistió año y medio el asedio de las tropas reales. Al fin la plaza se rindió, si bien con todos los honores militares y con la promesa de que Cataluña conservaría todos sus fueros y privilegios, y concluyó así aquella larga y penosa guerra civil. Esto sucedía el 11 de octubre de 1652. La paz volvía a aquellas tierras tan duramente maltratadas; una  paz definitivamente sellada cuando a principios de 1653 el propio Felipe IV volvió a prometer su respeto a los fueros catalanes.
Pero hemos de decir que aquellos desafortunados sucesos abrieron en España una grave brecha, pues se iniciaba entonces la denominada cuestión catalana, que iba a rebrotar una y otra vez en la historia de los tiempos contemporáneos. Esa sería la grave responsabilidad de conde-duque de Olivares.

Como puede verse, no es la primera vez que, en situaciones de urgencia nacional, alguien pone objeciones a la forma de resolver problemas. Ni tampoco que esas objeciones acaben generando un problema mayor, con una solución, cuanto menos triste, para España.

Si bien se tenía su punto de razón en lo que establecían y dejaban de establecer los fueros de una parte de España, entonces amenzada por Francia, el caso es que una vez resuelta la guerra con Francia, merced al Tratado de los Pirineos, allá por el 7 de noviembre de 1659, la situación resultante no creo que fuera muy a gusto de los legalistas defensores de los fueros.

El caso es que el Tratado en cuestión se llama como se llama por que marcó los Pirineos como frontera entre los Reinos de España y Francia, circunstancia que, como el mismo tratado recuerda en su artículo 42, era la existente… unos 1.200 años antes, entre Hispania y Galia. Esta frontera desapareció con la caída del Imperio Romano, no existiendo con los visigodos (estuviera la capital en Tolosa, o en Toledo), ni tras las invasiones árabes, pues la Marca Hispánica abrazaba ambos lados de los Pirineos.

En definitiva, que gracias a la revuelta de 1640, los defensores de los fueros catalanes consiguieron que éstos siguieran siendo respetados… en España, porque el Rosellón y parte de la Cerdaña dejaron de formar parte de España y pasaron a serlo de Francia, donde, por supuesto, Luis XIV no estaba para tonterías.

El problema que tiene la Historia es que cada vez hay más que se empeñan en inventársela hacia el futuro, para lo cual, lógicamente, han necesitado inventarse el pasado e incluso el presente.

Esto no sería mayor problema si no hubiera quienes, digan lo que digan y se presenten como se presenten, les jalean. Por ejemplo: Federico Jiménez Losantos.

En su discurso de inicio de temporada, el lunes día 3 de septiembre de 2012, poco después de las seis y diez de la mañana, decía:
Nosotros nacimos para defender España y la Libertad, la Libertad y España. Y es lo que vamos a hacer este año y haremos todos los años que dure esto, y les aseguro que va para largo.

Menos de una hora después, su concepto de España o había cambiado, o nos había tenido muy engañados todos estos años:
Y Cataluña anuncia ya su independencia. ¡Dios quiera que sea pronto!

Claro, que también se manifiesta agnóstico.

Créditos:
Extracto del capítulo La gran crisis nacional, en la tercera parte, La forja del Imperio, de la obra España. Biografía de una nación, de Manuel Fernández Álvarez, en edición de Espasa, en 2010 (pp. 335-338).
Extractos de las alocuciones de Federico Jiménez Losantos el lunes 3 de septiembre de 2012 , en el programa Es la mañana de Federico, en ((esRadio, a las seis de la mañana (min. 12:10), y a las siete de la mañana (min. 11:59).

lunes, 24 de septiembre de 2012

Objetivo subjetivo

Hace una semana se publicó en el Diario Oficial de la Comunidad Valenciana la Orden 5/2012, de 14 de septiembre, de la Conselleria de Hacienda y Administración Pública, por la que se dictan las normas para la elaboración del presupuesto de la Generalitat para el ejercicio 2013.

En la página 26.315 se relacionan la Empresas y otros Entes Públicos a los que son de aplicación las normas. Hay muchos Institutos, Agencias y Consorcios.

Por desgracia para él, el último de la relación de la primera página, y por tanto, objeto de lectura de todo el mundo es el Consorcio Espacial Valenciano.

No digo yo que no sea interesante, pero creo que una autonomía no es lugar ni sitio para el espacio.

Los calificativos se los dejo al Capitán Haddock, que tiene más gracia diciéndolos.

Créditos:
Cubierta del álbum Objetivo: la Luna, aventura de Tintín, tomada de la vigésima edición, de 2003, realizada por Editorial Juventud.

domingo, 23 de septiembre de 2012

The sound of music



Una de las cosas que se comentaron en la pequeña guía de Astérix para la antigua Britania, era la música de los britanos.



Sin embargo, en nuestro reciente viaje a Londinium pudimos ver que también tienen en consideración a bardos de otros lugares, y en particular, de Hispania.

Si es que no hay como el viajar.

Actualización del 24 de septiembre:

Créditos:
Fotografía de la placa de Raphael Street, de septiembre de 2012, del autor.
Imagen del anverso del folleto del concierto de David Bisbal en el Royal Albert Hall de Londres, este próximo miércoles.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Summer’s Fall

Según informa el antiguo INM, ahora AEMET, este sábado ‘entra’ el otoño astronómico, en concreto, en un minuto sale el verano y nos ‘cae’ encima el otoño.

Sin embargo, en Londres, no ha sido así, o mejor dicho, no han esperado tanto para celebrar más el final del verano que el inicio del otoño.

El pasado fin de semana del 8 y 9 de septiembre tuvo lugar The Mayor’s Thames Festival - London’s free end-of-summer festival. Por nuestra parte, sólo asistimos al final de Carnaval nocturno, como acto previo al Castillo de Fuegos Artificiales con que finalizaba el Festival.

El Carnaval parece que era un pequeño homenaje a Río de Janeiro, entiendo que tanto por lo del Carnaval propiamente dicho, como por el hecho de que el relevo de los Juegos Olímpicos se había entregado de Londres a Río. Tras ver pasar diversos grupos, el desfile acabó con una carroza, como toca.

Aunque, en realidad, no acabó así. Después de un grupo algo numeroso de espontáneos tras la carroza, llegó otro grupo de personas, algunas también con curiosos vehículos.


Al cabo de un tiempo (aunque dio la impresión de que fueron dos o tres tiempos por lo que duró la espera… de pie), pudo disfrutarse de los Fuegos Artificiales del Final del Verano.

Y digo disfrutarse porque nos encontramos con dos obstáculos: uno natural, los árboles impidiéndonos ver cómo avanzaba el bosque (muy propio, era casi medianoche… en Valencia); y otro artificial, la iluminaci-ón a lo largo del río Támesis, que se mantuvo ‘on’.

Y lo malo de esos problemas es que una de las barcazas desde las que se disparó el castillo, la teníamos prácticamente delante. Aunque al final quedó absorbida por la oscuridad del río.


Finalizado el evento, y con él el Festival, a casita: transporte público, como corresponde, y en concreto, a la boca del Metro, para que nos fuera deglutiendo pantagruélicamente. Aunque eso sí, en un momento, la aglomeración desapareció, y el viaje en Metro se pudo hacer sin agobios. Tal vez fuera porque la estación en cuestión era la del Temple.


El Festival, naturalmente, tuvo más eventos, pero no puedo decir nada de ellos. Si le interesa a alguien, el año que viene el Festival es una semana más tarde, el 14 y 15 de septiembre.

Créditos:
Fotografías de los eventos comentados, en la noche del 9 de septiembre de 2012, del autor.

viernes, 21 de septiembre de 2012

De ovejas… o lobos

Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entreréis en el Reino de los Cielos.
Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: todo aquel que se encolorice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano ‘imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame ‘renegado’, será reo de la gehenna de fuego.

Este jueves se celebra la festividad de San Mateo, Evangelista.

No juzguéis, para que seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis seréis medidos.

Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conoceréis.

El pasado martes día 18 fallecía Santiago Carrillo.

No es ésta la primera anotación en hablo de él: ya hemos traído testimonios sobre su actuación al frente del Partido Comunista, bien novelados, bien biográficos. Asimismo, también hemos recordado, aunque sin mencionarlo a él, el genocidio de Paracuellos.

Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete».

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.

Ahora ya no es asunto de la justicia humana, pero nos queda la duda: ¿se habrá dejado, a tiempo, encontrar la oveja?

Actualización del 24 de septiembre:
Todo lo anterior no quita que siga habiendo grandes borregos.

Créditos:
Extractos del Evangelio según San Mateo (5, 20-22; 7, 1-2; 7, 17-20; 18, 21-22 y 18, 12-14), tomados de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.
Fotografía de la Cruz y Monasterio del Valle de los Caídos, tomada desde Cercedilla en julio de 2008, por el autor.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Un detalle de color

Hace poco más de dos años comenté un detalle que tuvo Turner en una obra suya, ya expuesta ésta.


Al ver esto, lógicamente, no pude sino recordarlo.

Créditos:
Fotografía de detalle de la fachada del edificio de National Westminster Bank (ahora Tower 42), visto paseando entre los diversos rascacielos edificados o en construcción cercanos a Lloyd’s (de Londres), desde la explanada ante el número 30 de Saint Mary Axe, enfrente de la iglesia de St. Helen’s Bishopsgate, en septiembre de 2012, del autor.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Una pena de… civilización

En una crónica, publicada tal día como hoy, pero de 2007, se podía leer cosas como “irredentismo polaco” y, como explicación, “la sensibilidad especial hacia cuestiones como las del aborto en un país católico como Polonia y en un gobierno radical-nacionalista”, es decir, viniendo a decir que los polacos son raros.

En la misma crónica se nos ilustró, por si no teníamos bastante por aquí, acerca del “ingenio humorístico” de un tal Bermejo, por aquel entonces ministro español de Justicia: “tuvo una intervención jocosa en la que propuso «añadir no sólo el derecho a la vida, que todos respetamos, sino también el debate sobre las células madre, los accidentes de tráfico o los laborales»”. Yo, desde luego, no calificaría una intervención en estos términos sobre este tema como “jocosa”.

La crónica la firmaba Enrique Serbeto, y fue publicada, lamentablemente, en ABC.

Alborotadores gemelos Kacynski” es, en cambio, la calificación que utilizó María Ramírez en su crónica para El Mundo publicada el mismo día.

Lo que se discutía era la celebración de una Jornada Europea contra la Pena de Muerte, y lo que exponía el Gobierno polaco era que no se concretaba claramente qué se entendía por ‘Pena de Muerte’, y, más en general, que esa Jornada no incluía el derecho a la vida, en línea con la posición de su partido de que tan pena de muerte es la dictada por un Tribunal como la decidida por particulares en casos de aborto y eutanasia.

Las noticias hablaron sobre que 26 países no pudieron convencer a los polacos, cuando en realidad, lo que se ve que sucedió es que hubo 26 países que no quisieron reconocer la realidad del aborto y la eutanasia.

El tiempo acabó reconociendo que los polacos tenían razón: en la propia línea de las leyes sobre aborto y eutanasia, Europa encontró una fisura, y para evitar la necesidad de la unanimidad, la Jornada la convocó el Consejo de Europa... y se celebró.

Créditos:
Titulares de ABC y El Mundo tomados de sus ediciones impresas de fecha 19 de septiembre de 2007, y extractos de las crónicas referidas.

martes, 18 de septiembre de 2012

Y el fénix comenzó a aletear

Al acercarme al incendio, noté que éste había disminuido en intensidad, debido a la demolición de edificios y gracias a los socorros aportados por los obreros de los astilleros del Rey. En la iglesia vecina, sólo han ardido el cuadrante del reloj y una parte del pórtico. Desde lo alto del campanario, se presentó a mis ojos un espectáculo de desolación. Incendios por doquier: se consumían depósitos de aceite y azufre. Terminé por sentir miedo de permanener allí tanto tiempo y bajé lo más rápidamente posible. El fuego se extendía a lo lejos, infinitamente. En casa de Sir W. Pen comí un pedazo de carne fría, pues desde el domingo no había probado sino los restos de nuestro festín. Luego, partí a través de la ciudad. Calles enteras en cenizas. En la Bolsa, ni una estatua ni una columna quedaban en pie. Con mis suelas casi asadas a fuerza de caminar sobre carbones, llegué a Moorfields, atestado de infelices que se preocupaban de sus bienes. Es una suerte que haga buen tiempo, pues permanecen alli, a la intemperie, día y noche. Entré a beber algo y pagué dos peniques por un simple panecillo de un penique. De regresó, pasé por Cheapside y Newgate, totalmente destruidas, y delante de la mansión de los Joyce, abrasándose. Recogí, con la intención de conservarlo, un trozo de vidrio de la capilla, fundido y arrollado por el calor como un pergamino. Distinguí asimismo a un pobre gato, salido del agujero de una chimenea, con la piel íntegramente quemada y, sin embargo, vivo. Hemos alojado a los obreros de los astilleros en las oficinas y se les ha distribuido bebidas, pan y queso. Me acosté y dormí hasta medianoche. Es extraño lo largo que ha parecido el tiempo desde el domingo. Han sucedido tantas cosas y he dormido tan poco, que mi impresión es la de haber vivido una semana o aun más, e ignoro en qué día estamos.

Está aceptado que el día 5 de septiembre de 1666 marcó el final del Gran Incendio de Londres. Como podemos leer, Samuel Pepys pudo de hecho recorrer gran parte de la ciudad incendiada donde el fuego ya no avanzaba sino que se consumía en los edificios que aún no estaban reducidos a cenizas.

Me levanté a las cinco. Gracias a Dios, todo iba bien. En barca hasta el muelle de Saint Paul. Desde allí vi toda la ciudad incendiada. ¡Lamentable cuadro! Los techos de Saint Paul, hundidos y la masa del coro caída en la iglesia Santa Fe. Destruidos también el Colegio de Saint Paul, Ludgate, la calle Fleet, la residencia de mi padre, la iglesia y una buena parte del Temple. (…) Luego a casa de Sir W. Coventry, en Saint James. Estaba acostado en un lecho sin sábanas. Como yo y todo el mundo, había retirado su mobiliario. Confía en que este incendio no nos producirá disgustos, ya que el rumor público constinúa sospechando de los franceses y, por otra parte, el pueblo tiene grandes motivos de disconformidad. Pero las gentes están muy preocupadas poniéndose a salvo, ella y sus bienes, y por todas partes se observan milicias armadas.Me han dicho que nuestra flota fracasó en su búsqueda de los holandeses, pues el mal tiempo había separado a los adversarios. De allí al Cisne, a beber, y a casa., donde hallé todo en calma. Di la orden de limpiar la casa y me dirigí a Woolwich, donde almorcé con mi mujer. Volví tarde y me acosté en casa de Sir W. Pen, en una cama desprovista de cobijas y, por primera vez en mi vida, me metí en ella completamente desnudo. Dormí bastante bien. Pero, despierto o dormido, el fuego me inspira un pavor tal, que no tengo reposo en absoluto. La ciudad entera es un solo grito contra la estupidez del Lord Mayor, a quien se atribuye la responsabilidad del incendio.

Dos días más tarde, Pepys ya pudo dar “la orden de limpiar la casa”, señal de que, en lo posible, la vida londinense comenzaba a regresar a sus rutinas diarias.

Pocos años después, cerca del fatídico punto de inicio del Gran Incendio se erigiría un monumento en recuerdo a lo sucedido y en conmemoración de la capacidad de reconstrucción de la ciudad. Ese monumento es, sin más palabras, EL monumento: The Monument.

Entre las rutinas diarias, estaba la libertad de prensa. De hecho, si bien el mismo domingo, día 2, The London Gazette había podido informar del inicio del Gran Incendio (“About two a clock this morning a sudden and lamentable fire brake out in the city, beginning not far from Thames Street, near London Bridge, which continues still with great violence and hath already burnt down to the ground many houses thereabouts”), no fue hasta el sábado día 8, cuando, restablecido suficientemente el comercio en la ciudad, y en particular, el suministro de papel para el periódico, pudo volver a realizar una nueva edición.

Curiosamente, el día 8 es el primer día en el que Samuel Pepys, en su Diario, ya no hace ninguna referencia al Gran Incendio.

[Día 8 en el calendario juliano aún vigente entonces en Inglaterra; día 18 en el calendario gregoriano ya vigente en el mundo católico.]

Créditos:
Extractos de las anotaciones correspondientes a los días 5 y 7 de septiembre de 1666, de los Diarios de Samuel Pepys, según traducción de Norah Lacoste, tomada de la edición de la obra realizada por Editorial Renacimiento en 2003 (pp. 269 y 270-271)
Fotografías del busto de Samuel Pepys, en los jardines de Seething Lane, de la placa colocada en la cara occidental de la base del Monumento, y del Monumento, llegando desde Eastcheap, de septiembre de 2012, del autor.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Y ahora, ¿dónde los pongo?: «Opciones, Kowalski»

Es cierto que en Londres pude visitar diversos locales donde creo que pueden tener acomodo algunos de los libros, aunque no sé si me autorizarían a hacerlo.

Porque tal vez los museos se dediquen a otra cosa.


O la casa del Duque de Wellington tenga una biblioteca de temática diferente.

Y quizá en las iglesias reserven el sitio para otra modalidad de libros.
 
Habrá que preguntar la próxima vez. Siempre hay que dejar algo para la próxima vez.

Aunque, en parte, ya tengo una solución: hacer un regalo.

Muchas felicidades por el cumpleaños.

Créditos:
Cubiertas de los libros en cuestión.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Desayuno con zumo gusto

Salvo en una ocasión, estos días pasados en Londres hemos desayunado en un local de la cadena Prêt-à-Manger, en la estación de metro de Earl’s Court.

La sorpresa, no ya agradable, sino totalmente inesperada, fue que ofrecían una botellita de zumo de naranja (entre otras frutas), y que el zumo… tenía pulpa. No era un líquido del color adecuado, y poco más: en la etiqueta hablaban de zumo, sin mencionar esa palabra mágica de ‘concentrado’.

Tal vez fuera por eso que anduviéramos lo que anduvimos, sin especiales problemas.

Un motivo más para recomendarlos, y una vez bien aseado el desayuno, a ver Londres.

Eso sí, cuesta una libra con sesenta la botellita.

Nota:
Lo divertido es que me constipé la tarde del día siguiente al regreso, ya en Valencia.

Créditos:
Fotografías de la botellita llena (junto con el vaso del café con leche), y vacía, donde se aprecia los restos de pulpa, de estos pasados días, del autor.
Imagen de la servilleta del local.

Y ahora, ¿dónde los pongo?: Where, my God, WHERE?

Además de por viejos conocidos, pasamos por otros lugares, de naturaleza bien diferente entre sí, donde pude, asimismo, proveerme de esas cosas llamadas libros.

Cabe destacar el interés que demuestran en recordar cualquier acontecimiento que haya tenido lugar, bien en la historia de Inglaterra, luego Reino Unido, bien en el día a día de Londres. Sea en forma de estatuas y monumentos conmemorativos, sencillos o ambiciosos; sea en forma de pequeñas placas de recuerdo (Blue Plaque).


Otro aspecto de la presencia de la Historia es la continua revisión tomando como ‘excusa’ personajes famosos, como el caso de Shakespeare; o bien, más clásicamente, reeditando antiguos libros sobre edificios u organizaciones.

Lógicamente, no pueden faltar libros que ante el hecho cierto del continuo construir edificios singulares, se remonten unos siglos, y nos muestren cómo se ha ido construyendo el Londres que se conoce.

Finalmente, un recuerdo a algunos que hicieron posible algo de esa Historia, como el Capitán Scott, cuya expedición al Polo Sur tuvo éxito, aunque fracasó trágicamente ya en su regreso, del que se ha cumplido el centenario a principios de año.


Créditos:
Cubiertas (o sobrecubiertas) de los libros en cuestión

Ocurrencia, pero no original

Tomás Payne había compuesto, algunos meses antes, un libro intitulado Derechos del hombre, obra de la cual naturalmente se deducía (concediéndoles los principios en que la fundó) la necesidad de alterar la Constitución inglesa, organizar de otra manera los Parlamentos, despojar al Rey de su autoridad, a los nobles de sus privilegios, y alterar del todo el gobierno de este país. Publicóse este libro, y se extendió con asombrosa rapidez por todas partes, en un tiempo en que la revolución francesa ocupaba los ánimos. Temió el Gobierno la impresión que podrían hacer en el público las máximas de Tomás Payne, prohibió su libro, y fulminó una causa contra el autor (que se hallaba en Francia), como perturbador del orden y tranquilidad pública. Fue su abogado Mr. Erskine, miembro de la Cámara de los Comunes y uno de los del partido de la oposición; habló con grande elocuencia a favor de su cliente.

Hasta aquí, algo normal a finales del siglo XVIII y en Inglaterra. Pero la cosa sigue.

Los que asistieron a oír su alegato le colmaron de elogios y vítores, quitaron los caballos de su coche, y la gente le llevó en él hasta su casa, con grande alborozo y alegría.

Como vemos, lo de quitar los caballos y que la gente haga el tiro de la carroza no es algo propio de la estupidez española, como algunos se empeñan en hacernos creer.

Al menos, en España, el caso más publicitado, el de Fernando VII, fue al final de una guerra y a un Rey; en Londres, veinte años antes, lo fue tras un discurso y a un… ¡abogado!

A pesar de esto, la sentencia fue contraria a Tomás Payne, y se le impuso el castigo que debía sufrir, como libelista tumultuario, si alguna vez se restituyese a Inglaterra.

Créditos:
Extractos del artículo IX del Cuaderno primero de Apuntaciones sueltas de Inglaterra, de Leandro Fernández de Moratín, tomados de la edición realizada por Editorial Bruguera, como número 1.058 de su colección Libro Amigo, en noviembre de 1984 (pp. 12-13).
Fotografía de la berlina de gala de los Marqueses de Dos Aguas, conocida como Carroza de las Ninfas, tomada de la página del Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, en Valencia.

¿Se editará una futura placa?

En Fleet Street puede observarse una placa conmemorativa que recuerda la antigua ubicación de Bradbury&Evans, por el hecho particular de haber sido los editores de Dickens y de Thackeray.

Hoy podemos leer en ABC una referencia a una noticia del pasado jueves, día 13, en The Guardian, en la que se nos informa de que Voyager, el sello de la editorial HarperCollins dedicado a fantasía y ciencia-ficción, abre un plazo para recibir manuscritos de autores sin agente literario.

Confían en, ante la gran cosecha que se espera, “to find 10 to 12 new authors which it will publish monthly, in digital format, over the course of a year”.

Como diría aquél, qué casualidades y coincidencias serían que alguna autora ya conocida, acabara publicando, casualmente también, en inglés.

Lo que no sé es si se acabarán colocando placas virtuales para celebrarlo.

Créditos:
Fotografía de la Blue Plaque relativa a Bradbury&Evans en Fleet Street, en Londres, de septiembre de 2012, del autor.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Y ahora, ¿dónde los pongo?: All those old friends

Con motivo de mi viaje a Londres hace seis años, tuve conocimiento de dos librerías, una anticuaria, y otra, digamos, normal, aunque mucho más antigua. El resultado es que en la anticuaria conseguí (aunque ya estaba comprobado antes por internet), una vida de Nelson en dos volúmenes, de 1814, y un Oliver Twist de 1846 (primera edición en un solo volumen). En la normal, pero en su sección anticuaria dedicada a Churchill, una recopilación de sus discursos en una fecha tan temprana como 1941, y que en plena guerra no podía titularse sino Blood, Sweet and Tears.



En esta ocasión, se repitió parte de la agenda.




Ya tenía controlado un libro en Peter Harrington (en Fulham Road, Chelsea), y como estaba suficientemente cerca del hotel, nos acercamos a poco de llegar. El libro estaba disponible, y es éste: una primera edición de The Wisdom of Father Brown, de G.K. Chesterton.

Días después, andando por Piccadilly, no pudimos sino entrar en Hatchard’s, proveedor de la Casa Real, y, más modestamente, mío.


Esta vez no me llamó la atención nada sobre Churchill, y me quedé con las novedades: una guía de Londres, con la referencia de las calles y los lugares con presencia, en un relato u otro, de Sherlock Holmes, ilustrándolo con grabados y fotografías de la época; y por otro ladouna novela, desarrollada también en Londres, e identificada como la primera novela de detectives propiamente dicha (según se desarrolla en la introducción, cuestión que no voy a discutir ni aquí ni ahora).

Como cosa curiosa, veo en su página de internet que esta librería ofrece un servicio alternativo a las clásicas Listas de Bodas, como librería. Tal vez sea sociológicamente interesante ver el uso de dicho servicio y la lista de libros implicados en él.

Y este viaje es lo que ha tenido con estos old friends.

(Bueno, hubo más cosas en estas librerías, pero ya tendrán su momento.)

Créditos:
Imágenes de la tarjeta comercial de Peter Harrington, y de un marcapáginas de Hatchard’s.
Imágenes de los libros en cuestión.