Según parece, el nombre
de Arturo, para la tercera/cuarta estrella más brillante del cielo nocturno, proviene
del griego antiguo Αρκτοῦρος (Arcturus), «el guardián de la osa», dada su cercanía a las constelaciones de ambas Osas, la Mayor (Ursa Major)
y la Menor (Ursa Minor).
Por otro lado, dicha
estrella forma parte de la constelación del Boyero (Boötes), es decir, el que conduce
los bueyes, lo que solía hacerse con unas varas. Aunque en la antigua astronomía
griega, la constelación heredaba el nombre de su principal estrella, y pasaba a
ser toda ella «el guardián de la osa».
Por tanto, no es de
extrañar que con la confusión zoológica-astronómica, el pobre Arturo haya
quedado, en estos momentos del amanecer, algo entreverado, digo, entrevarado.
Créditos:
Fotografía de Arturo,
entre los falsos tirantes del Puente del Azud del Oro, en Valencia, ayer a esta
hora, del autor.