“- Quiero pasar un par de horas en el Museo Dupayne de Hampstead. ¿Por
qué no vienes comigo? Conocerás el Dupayne, claro…
- He oído hablar de él, pero nunca lo he visitado.
- Pues deberías, deberías. Es un lugar fascinante.
Dedicado al período de entreguerras, entre 1919 y 1938; pequeño, pero
exhaustivo. Tienen algunos buenos cuadros: Nash, Wyndham Lewis, Ivon Hitchens,
Ben Nicholson… A ti te interesaría sobre todo la biblioteca: primeras
ediciones, hológrafos y, por supuesto, los poetas de entreguerras. Ven, anda.”
“- Estoy escribiendo una serie de artículos sobre el asesinato como símbolo
de su época, o el asesinato como historia social, si lo prefieres. Nellie cree
que con esto sí podría obtener el éxito de mi vida, Adam. Está muy
entusiasmada. Mira los famosos crímenes victorianos, sin ir más lejos; no podrían
haber ocurrido en ningún otro siglo: esos salones atestados de objetos claustrofóbicos,
la respetabilidad de cara a la galería, la sumisión ciega de la mujer… (…) Sin
embargo, ésos son los años más fáciles; los de entreguerras resultan más
interesantes. En el Dupayne hay una sala dedicada a los casos de asesinato más
famosos de las décadas de los veinte y los treinta, no para despertar el interés
del público, te lo aseguro, pues no se trata de esa clase de museos, sino para
demostrar lo que quiero poner de relieve: el asesinato, el crimen por
excelencia, es un paradigma de su época. –Hizo una pausa y miró fijamente a
Dalgliesh por primera vez–.”
“Ackroyd hablaba con pesadumbre. Dalgliesh se preguntó si su siguiente
entretenimiento sería escribir novelas policíacas. En ese caso, habría que
disuadirlo. El asesinato, real o ficticio, y en cualquiera de sus
manifestaciones, era aparentemente un entretenimiento poco probable para
Ackroyd, pero la curiosidad de éste siempre había abarcado muchos temas, y, una
vez seducido por una idea, la perseguía con el entregado entusiasmo de un
experto obsesionado con ella durante toda su vida.
(…)
-Mejor será que te ciñas al asesinato como paradigma
de su época. ¿Qué esperas encontrar en el Dupayne?
- Inspiración, quizá, pero sobre todo información.
La Sala del Crimen es excepcional. Ése no es su nombre oficial, por cierto,
pero así es como todos nos referimos a ella. (…) Y por supuesto, el interés del
museo en los asesinatos coincide con el mío. La única razón por la que el
anciano creó la Sala del Crimen fue para relacionar el crimen con su época.”
Leí La Sala del Crimen, posiblemente, en el verano de 2007, y desde
entonces tengo como referente de los museos pequeños y especializados el ya
famoso Museo Dupayne.
Confío en no convertirme
en un case study, pero en todo caso, mejor
me despido por hoy.
“Se alegró de haber visitado el museo; había disfrutado de una nueva
experiencia y admirado buena parte de cuanto había visto, pero decidió que no
volvería allí.”
Buenas noches.
Créditos:
Cubierta y extracto de La Sala del Crimen, de P.D. James, según
traducción de Ana Alcaina, tomados de la primera reimpresión, de octubre de
2005, realizada por Ediciones B en su sello Byblos
(pp. 17-18, 21, 22-23 y 52), de la biblioteca del autor.